Una explosión para después.

Una explosión para después.

Hoy, en diversos medios de comunicación, se divulgaba la "buena noticia¹" del acuerdo entre los agricultores y el gobierno para fijar un nuevo precio de garantía. Al parecer, todos se alegran y consideran que se hizo justicia. Sin embargo, lo que realmente sucedió es que perdieron los ciudadanos, en especial los de escasos recursos.


Debemos entender que la causa del problema del paro de los agricultores no es el precio al que el gobierno compra la producción del campo en sí, porque la economía no es un proceso aislado y mucho menos lo es la producción de un bien; el precio de un producto influye en toda la cadena de producción.

El incremento del precio de garantía solo puede traducirse en dos cosas: o incrementan los precios de los productos derivados del maíz, como la tortilla, o se recorta presupuesto en departamentos de la administración pública. De no hacerse, la única alternativa a corto plazo es la emisión monetaria, y eso, sí o sí, genera inflación y, posteriormente, devaluación.


Pero, ¿Por qué los precios de garantía son una tragedia económica?

Cada vez que se fija un precio de garantía, el mercado pierde la capacidad de autorregularse. Recordemos dos cosas muy importantes:

  1. El mercado es el conjunto de las decisiones voluntarias de compra que realiza una persona.

  2. Los precios no los determinan los costos de producción, sino el valor abstracto individual que les atribuye un tercero.

Veamos un ejemplo hipotético:

En la ciudad de León, Guanajuato, se siembra la uva para la producción de vino. El costo total de producción de la uva y el vino terminado es de $1,000 pesos, y con base en ello se fija un margen de ganancia del 35%, por lo que el precio al mercado de dicha botella es de $1,350 pesos. Sin embargo, en todo el estado de Guanajuato —al que pertenece la ciudad de León— nadie consume vino. Para el mercado local, esa botella de vino no vale nada porque no le da ninguna utilidad.

Por esta razón, los productores de ese vino deciden exportarlo y venderlo en Puerto Vallarta, incrementando así los costos de producción en un 33%. Ahora la botella tendrá un valor de venta de $1,795.5. Como en Puerto Vallarta también se produce vino, se genera una competencia de mercado. Dado que el vino de Vallarta no tiene un costo de producción por exportación, puede venderse en $1,350, que es un 25% más barato que el de León, por lo que nadie compra el vino de León.

En este caso, los productores de León o abaratan sus precios para poder competir o quiebran.

Pero, ¿Qué pasaría si ponemos precios de garantía al vino?

El vino de Vallarta tendría que incrementar sus precios de venta y, con ello, perdería competitividad y ganancias, o el vino de León tendría que abaratarse sí o sí, terminando por ser subsidiado por el Estado. Esto, a su vez, se traduce como dispersión de recursos públicos y, por ende, recortes en la administración pública, lo que deriva en endeudamiento o emisión monetaria y finalmente en una inflación que termina por convertirse en una devaluación del valor.


Lamentablemente, este caso hipotético sucede en la realidad. Si el precio anterior de los productos del campo, en especial el del maíz y el del limón, se convirtió en un precio precario para la venta, es porque los costos en la cadena de producción se incrementaron, devaluando así el valor comercial de los insumos.

Es cuestión de tiempo para que el nuevo precio de garantía se vuelva a devaluar y se tenga que volver a renovar, haciendo crecer la inflación en los precios al consumidor. Y el mismo gobierno lo sabe. Por eso instaló el Sistema Mexicano de Ordenamiento de Mercado y Comercialización del Maíz, para poder elevar los precios de garantía sin tener que llegar al exhibicionismo en carreteras que evidencien la mala gestión de la economía por parte del partido político en el poder.

Para solucionar realmente el tema de los precios de venta de los productos del campo, lo que se tiene que hacer es la liberación de los precios o los incentivos fiscales que permitan la inversión en el campo y su competitividad, a fin de incrementar la oferta para bajar los precios de demanda.


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